26.9.06

Frío


¿por qué me miras? ¿por qué me seguís mirando? Ahí, tan quieto e inútil.
Yo te hubiera entendido, solo tenías que hablar. Era tan sencillo que te odio por no haber hecho nada. Odio tu silencio, tu fragilidad. Quisiera pegarte para que reacciones y me pegues. Quiero que me grites. ¡Gritame! Decime que estoy loca, confundida, que no hago más que mezclar las cosas.
Vos lo sabes. Sabes que te amo como a nada en el mundo. Sabes que sos lo más lindo que tuve. Quiero que me reproches todos mis errores. Que me refriegues en la cara las veces que me equivoque. Reíte de mi con descaro, de mis defectos, de mis partes más vulnerables. Golpeame, sacudime, atame para que no vuelva a hacer ninguna estupidez.
Era miércoles y yo caminaba por la calle. Pase por el bar y te vi con ella. Se veían tan felices. Te reías como no te veía reír hace mucho. Y ella... Ella estaba hermosa, esplendida, con su cabello rubio que le brillaba. Y vos te perdías en sus ojos, te ahogabas en su mirada. Te mire, una lágrima roja cayó por mi mejilla mientras otras parecían acumularse en la frente haciéndome transpirar. Mis manos temblaban. El sobre que tenía en la mano estaba húmedo con mi transpiración. Finalmente callo al piso, con una noticia no recibida adentro y una parte de mi corazón. Corrí por la calle torpemente. El sobre papel madera quedo perdido en el suelo. Se lo abra llevado el viento, o habrá sido barrido como una basura más. Una basura. Eso te grite que eras apenas entraste al departamento. Grite tan fuerte que no podía escuchar ni mis propios pensamientos. Estabas asustado, me mirabas temeroso sin decir nada, sin que ninguna palabra saliera de tu boca. Y lo que no decías debía decirlo yo. “¿Con ella?” “¿Desde cuándo?” “¿por qué?” “¿¡Como me haces esto!?”. Preguntas que no llegaste a responder. ¿por qué? Te odio por no hablar, por no gritarme, por no hacerme reaccionar, por no explicarme. Te quedaste allí inmovilizado por el miedo mientras yo me abalanzaba sobre vos. Y ahora estás tan quieto, tan inútil. Ella llamó para dar las explicaciones que no diste. Hablaba acelerada como quién sabe que no hay mucho tiempo. Presentía, intuía, sin embargo habló tarde. No era ella la que tenía que hablar. No era ella la que debía decirme que no era nada. Yo le creí, pero ya no me servía. Al contrario, hubiera preferido no creerle para no sentirme ahora como me siento, que por cierto no se como es exactamente. Bronca. A vos. Que no impediste que cometiera una locura. ¿por qué no me gritaste que me amabas? Sabías que si lo hacías no me hubiera atrevido, hubiera dejado caer el cuchillo y dejado caerme a mi en tus brazos. Y yo entre todo lo que grite debí haberte dicho que te amaba, espero, lo supieras.
¿por qué me miras? ¿por qué me seguís mirando? Pálido y quieto con los ojos bien abiertos. Tu mirada antes cálida ahora es fría y oscura. Tu mirada que antes me llenaba el alma, ahora me la destroza. ¿por qué no dijiste nada? Dejaste que me quedará sola, que nos quedáramos solos. Y seguramente veré en sus ojos los tuyos y no sabré que decirle cuando pregunte por vos.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Llegué a esta página buscando la letra de una canción por medio de google, al leer estas lineas me sentí muy identificada y sentí la necesidad de decírtelo.

Yo también veré en sus ojos los suyos y no sabré que decirle cuando pregunte por él.

4:04 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home